La auto-exigencia y la exigencia
La auto-exigencia y la exigencia hacia los demás son dos caras de una misma realidad psicológica y emocional personal. La exigencia es uno de los aspectos del ego que más intoxica las relaciones humanas, y provoca la tensión interior más común. La exigencia se camufla con la filosofía de una moral correcta, del sobreesfuerzo como valor humano a seguir, de tener de competir para mejorar, y la idea de perfección en general.
Aunque la exigencia es la consecuencia de la identificación, la culpa y el miedo, ver con claridad las ideas e ideales que la provocan y sobretodo la mantienen es importante para poder ayudar a liberarse de ella. La sensación de impertinencia e irritación consecuente a sentir la exigencia de los demás, y en especial de los seres queridos o más cercanos, que está relacionado con la presión y obligación que se vivió en la infancia, y que fue configurando la culpa.
El descubrir lo intolerantes, críticos y exigentes que somos a veces con los demás, como un hábito de poner el dedo en la llaga del otro, provocando discusión, enfado, y el ver la irritación o dolor causado por nuestra crítica. Muchas veces con nuestra filosofía de que el otro se lo merece, que debe de aprender a ser mejor, y no soportar la debilidad del otro. Todo eso indica nuestra falta de claridad, complejo, e irritación personal poco reconocida.
La emoción dolorosa como irritación, culpa o vergüenza, provocada por la exigencia o crítica recibida, no hace más que despertar la culpa y exigencia latente que se ha incrustado en nuestra personalidad, con toda esa moral e ideas repetidas y creídas de como deberíamos de ser.
El ver con mucha claridad todo lo expuesto, sin culpabilizar a nadie por el comprender que todos hacemos lo que podemos según las circunstancias y el nivel de conciencia que hay en ese momento, des-culpabilizando y des-culpabilizándonos. Redescubriéndonos en un presente, en un ahora potencialmente vital, pleno de la simple realidad de Ser.
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